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El cambio climático ‘saca del clóset’ nuevas formas de vestir

En medio de la crisis del sector se registran situaciones contradictorias respecto a la demanda.

La competencia externa generada por los bajos precios y el contrabando de ropa china, son apenas algunos de los factores que tienen en apuros a la industria de las confecciones en Colombia.

Carlos Andrés Cadavid, gerente de la empresa Andina de Confecciones (Andeco), dedicada a la comercialización de prendas de vestir, fabricadas en Colombia, asegura que hay otros factores que marcan la coyuntura del sector, hasta el punto de que este año las ventas han caído el 30%.

Falta de vendedores, cambio en las tendencias de la demanda, innovación en el diseño, el cambio climático y hasta la conciencia ecológica han llevado a los consumidores a modificar la forma de comprar y de vestir de los colombianos.

Incluso, el panorama actual del sector ha dado pie a situaciones contradictorias en el mercado. Por ejemplo, en medio de la crisis trabajo sí hay. La industria no tiene vendedores o ejecutivos de ventas, es decir, las personas que hasta hace unos años recorrían el país ofreciendo las confecciones nacionales, y que se conocían como ‘maleteros’.

“En este oficio no ha habido relevo generacional. En nuestra empresa hemos hecho varios intentos de conseguir vendedores, pero la gente joven no quiere hacer este oficio. Hubo un bache generacional y los millennials no se animan a ser vendedores. Ellos no quieren ir a zonas donde no hay wifi”.

Cadavid dice que otro de los temas coyunturales es que los colombianos no tienen conciencia de lo importante que es comprar productos nacionales. “A la gente lo único que le interesa es adquirir productos baratos, aun sin mirar la calidad y el impacto para los productores nacionales”.

En su opinión, es necesario reforzar las campañas de ‘compre colombiano’.

Esta situación afecta a toda la cadena, incluyendo a los confeccionistas conocidos como satélites y a quienes proveen accesorios, es decir, botones, cremalleras, encajes, hijos y otros artículos afines con la industria.

Adicionalmente, en el primer semestre de este año ha habido un descenso del consumo, debido al incremento del IVA, que tuvo un efecto sicológico. “La gente prefiere comprar comida y pagar la pensión del colegio o la universidad, antes que estrenar ropa”, sostiene Cadavid.

Pero si no hay vendedores ¿cómo están llegando los productos nacionales a los colombianos? Cadavid explica que esta labor la siguen haciendo los mismos ‘maleteadores’ de hace muchos años, pero buena parte de ellos se está retirando debido a problemas de salud y porque están en edad de jubilación.

Sin embargo, la oferta de artículos ha comenzado a hacerse a través de correo electrónico, es decir, que los confeccionistas ofrecen sus modelos de ropa a los almacenes por vía electrónica y los compradores hacen sus pedidos. “Pero la verdad es que no es lo mismo”.

Ante la falta de vendedores viajeros, los comerciantes de pueblo se han visto obligados a irse a las ciudades a conseguir el surtido para sus almacenes. Pero ellos van a San Victorino, en Bogotá; en El Hueco, en Medellín y en el Centro, de Cali, que son sitios informales.

Otra de las opciones es la venta de ropa por catálogo. Esta es una oportunidad para personas que tienen tiempo libre y deseen obtener ingresos adicionales, o quienes no pueden acogerse a un horario como empleados en una empresa. Este es un oficio que requiere de personal. Solo Andeco necesitaría 250 promotores por catálogo. Además, en cuanto a vendedores de provincia, Cadavid dice que el número de promotores requeridos es ilimitado.

Tendencias del mercado

Uno de los puntos críticos es la caída de la demanda. “En Colombia, las mujeres son las que más mueven el mercado, pero ahora no tienen dinero para hacerlo. Una mujer tiene ropa interior para cinco semanas sin repetir prenda, mientras que a los hombres les basta con la ropa de una semana”, señala el gerente de Andeco.

Es más, los confeccionistas y los comercializadores están incentivando la demanda por parte de las mujeres, a fin de que consuman por ‘ocasión de uso’, es decir, que utilicen varias prendas en un mismo día, de acuerdo con el tipo de actividad que desarrollen. Ir al gimnasio en la madrugada, vestirse para ir al trabajo, cambiarse para una actividad social a mediodía o al final de la jornada y, posteriormente, usar otras prendas interiores a la hora de dormir.

Los comercializadores dicen que hay otro mercado que está creciendo. Se trata de los integrantes de la comunidad LGTBI, que cada vez pesa más en la demanda.

Además de las dificultades generadas por la competencia en el sector, hay otras causas que han influido en el desarrollo de la actividad confeccionista. Uno de ellos es el cambio climático. En efecto, de acuerdo con el seguimiento hecho al mercado por parte de Andeco, en los últimos 15 años ha habido un giro gradual en la demanda de ropa en el país. Las prendas más vendidas son las blusas de tiras, para damas, y camisetas para hombres, es decir, ropa informal y para uso en zonas de clima cálido.

Sin embargo, el gerente de la empresa distribuidora asegura que mientras hace dos décadas varias regiones del país eran consideradas frías, hoy solo quedan cuatro: Bogotá, Tunja, Manizales y Pasto.

Incluso, en varias de estas ciudades muchas personas han abandonado la corbata, debido a que el clima no les permite usarla a ciertas horas del día.

Otro cambio notable de esta industria son los materiales. El algodón es la materia prima preferida, debido a la frescura y a la conciencia ecológica. En esta transición, quedaron por fuera del mercado otros materiales como la lana, los paños y la pana.

Tomado de: Portafolio