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Economía naranja vs. arte y cultura: un falso debate

Conozca el análisis de Juan Carlos Gaitán, director de Prana-Incubadora de Empresas Culturales.

El debate entre economía naranja y las artes y la cultura es inexistente. Tiene coherencia que Felipe Buitrago, coautor junto con el presidente Duque del libro que explica a fondo el concepto, sea hoy ministro de Cultura de Colombia. Igualmente, tiene sentido que ese sea el enfoque de este gobierno, tal cual como lo establece el Plan de Desarrollo 2018-2022.

Conozco a Felipe Buitrago desde hace años. Valoro su compromiso, experiencia y persistencia en el tema. Primero, desde el propio Ministerio de Cultura como asesor, luego en la sede central del British Council en Londres y, finalmente, en el BID, lo demuestran.

Felipe Buitrago sin duda ha contribuido a que Colombia sea reconocida internacionalmente como un líder en el sector de las industrias creativas. Somos ejemplo a seguir por los avances en temas como propiedad intelectual, la Cuenta Satélite de Cultura que maneja el Dane, el desarrollo exponencial de nuestra industria musical de escala mundial, los enormes progresos del sector audiovisual, entre otros.

El tema es de relevancia mundial, máxime cuando Naciones Unidas declaró el año 2021 como el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible. El cambio de riendas en el ministerio, unido a esta declaratoria de Naciones Unidas, no puede significar sino una gran oportunidad para el país. Eso no nos debería sorprender, ya que llevamos asimilando el tema de las industrias creativas hace más de 15 años, al igual que el concepto de emprendimiento cultural.

La ley 1556 de 2012, la segunda ley de cine, crea incentivos tributarios para que los inversionistas puedan tomarlos como deducción del 165 por ciento del valor aportado. Con el mecanismo CoCrea, que lleva menos de 6 meses en funcionamiento, ese incentivo pasa a beneficiar a todos los sectores culturales.

En Prana, entidad sin ánimo de lucro (Esal) autónoma y privada, venimos desarrollando el tema desde hace casi 18 años, a través de cursos y talleres de formación para sacar adelante planes de negocios enfocados en proyectos sostenibles dentro de las industrias culturales y creativas.

Tengo que reconocerlo, fue muy frustrante que esa propuesta no les resultara interesante a todos los sectores culturales, ni a todos los artistas. Entendí que es solo una opción entre muchas otras, solo eso, una opción, no una imposición. Por lo tanto, no seguimos perdiendo más tiempo tratando de convencer a sectores que el tema nunca les iba a interesar. Nos concentramos en atender solamente a los que voluntariamente se ven en el futuro como emprendedores o empresarios de las industrias creativas. Insisto, no es obligatorio que todos los artistas se conviertan en empresarios. Recuerdo que en los comienzos de Prana contamos con un excelente y entusiasta tallerista, hoy en día convertido en un artista plástico muy reconocido. En un momento dado, sintió algo muy parecido a una revelación. Me confesó: “¡Acabo de descubrir que no me interesa ser emprendedor, lo que quiero es ser artista!”. El artista tiene derecho a ser artista. Por ese motivo específico se creó el Ministerio de Cultura, para atender toda nuestra diversidad.

Obviamente, el ministerio no va a dejar de cumplir con su misión, que es la de proteger nuestro patrimonio material e inmaterial, apoyar las artes en todas sus manifestaciones; ni va a dejar de entregar estímulos ni apoyos concertados, entre otras funciones y actividades, todas políticas muy necesarias a mediano y corto plazo.

Ahora estamos atravesando una coyuntura nunca antes vista. Se necesita un apoyo inmediato y excepcional. Si el sector cultural siempre ha sido vulnerable, en este momento se encuentra en una situación de verdadera “precariedad extrema”, como lo anotó recientemente Patricia Ariza. Como ella misma lo propone, el ministerio debería facilitar que nuestros creadores puedan ofrecer sus productos o servicios. Se me ocurre que mecanismos como CoCrea se conviertan en un facilitador para que la empresa privada compre o patrocine nuestra oferta cultural a cambio de incentivos. A su vez, el ministerio se encargaría de su circulación virtual, aprovechando las nuevas herramientas tecnológicas.

Si se pretende darle el rol central a la cultura, especialmente en este año, como lo propuso Naciones Unidas, el motor de todas las manifestaciones culturales son los artistas. Si ellos no se encuentran bien, no hay nada que ofrecer. El Ministerio de Cultura no va a permitir que nuestras glorias nacionales, nuestros compositores, músicos, actores, que no pueden ejercer su trabajo, por culpa de la pandemia, en una situación tan dramática, se terminen muriendo por covid o de hambre, por pura negligencia.

Estoy seguro de que el ministro Buitrago visitará las regiones, observará personalmente la gravedad de la situación. Igualmente, cuenta con el extraordinario trabajo que se logró con la Misión de Sabios, la cual pensó también en el futuro de la cultura colombiana. De ahí puede inspirarse para tomar decisiones acertadas, ágiles y rápidas en esta espantosa e inimaginable nueva normalidad.

Fuente: El Tiempo