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Nanotecnología para una moda más consciente

La academia nacional se involucra en el desarrollo de fibras inteligentes que sean amigables con el medioambiente.

La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo, superada apenas por la de los hidrocarburos. Esta causa polución y contaminación de afluentes, y ha sido vinculada incluso con casos de violación de derechos humanos.

Este panorama ha despertado el interés de muchos diseñadores y de ingenieros químicos para, desde la manipulación nanométrica de las fibras, desarrollar prendas que no destilan tintes en el lavado, que remueven manchas solo con la luz del sol o que son antibacteriales.

Cuando se habla de escala nanométrica es necesario pensar en partículas tan diminutas, que son como una aguja en medio de una pista de atletismo. Para añadir propiedades de este tipo a una prenda, casi hay que manipular los átomos.

Pastora Correa, directora del programa de Diseño y Gestión de la Moda de Universidad Jorge Tadeo, y Alis Pataquiva, ingeniera química, investigadora y docente del Departamento de Ingeniería de la misma universidad, se unieron para cambiar los paradigmas de la industria desde la ciencia y la creación.

¿Cuál es el panorama de la nanotecnología y la moda en Colombia?

Alis Pataquiva (A. P.): Hay bastante desarrollo en el tema de nuevos materiales en el país, pero muy poco de manera interdisciplinaria. Universidades como la Tadeo están dando pasos importantes en ese sentido. Hemos empezado con un primer proyecto de fibras naturales vegetales amazónicas, financiado por la universidad. Ya llevamos en curso un proyecto con fibras naturales animales que nos está generando retos de gran interés. En el laboratorio tenemos fibras sintéticas que son producto de reciclaje, que están siendo nanoestructuradas y que las pensamos para diseño de modas. Lo que nos queda es un camino bastante largo y prometedor.

¿Qué significa que estén nanoestructurando fibras?

A. P.: Es recubrirlas con átomos, uno tras de otro, con propiedades diferentes. Las fibras vegetales están compuestas de celulosa, molécula a la cual adicionamos nanopartículas unidas de manera química con enlaces covalentes para evitar su migración. En un proyecto que desarrollamos con fibras amazónicas, trabajamos con nanopartículas de hierro, plata, titanio y magnesio, elementos que le dan diferentes propiedades a la fibra. Teníamos fibras que podían degradar colorantes, es decir prendas que podían sacar los residuos de la lavadora limpios; otras tenían retardante de llama para hacer prendas resistentes al fuego, y también otras, como fibras antibacteriales, que fueron utilizadas en calzado.

También desarrollamos prendas que degradan compuestos orgánicos, como el vino. Solo basta poner la mancha a la luz y, en algunas horas, las nanopartículas que recubren la fibra son capaces de degradar esos compuestos orgánicos, sin necesidad de usar agua.

Pastora Correa (P. C.): Estas fibras del Amazonas han sido recolectadas por nuestros antepasados con fines ceremoniales muy importantes. Los trajes que se han desarrollado con estas fibras tienen estética, son hermosos; que los estudiantes conozcan eso, que sepan de dónde venimos y a dónde podemos llegar, es supremamente significativo. Mirar nuestras raíces en un mundo globalizado es uno de los elementos de éxito; saber dónde estamos para diferenciarnos y poder ser competitivos.

Existe una preocupación respecto a la nanotecnología en las prendas de vestir. ¿Por qué?

A. P.: Estamos hablando de partículas muy pequeñas que no solamente pueden atravesar tu piel, poros, tejidos, células, la membrana citoplasmática de las células; pueden llegar a quedarse en el citoplasma, incluso pueden entrar al núcleo y entrar al ADN. Si entra allí estaríamos hablando de mutaciones. Después de realizar la aplicación, siempre estamos verificando cómo es el comportamiento de la nanoestructuración sobre la fibra. Hemos hecho hasta 15 lavadas a las prendas y el recubrimiento se mantiene. Somos muy conscientes de que estamos hablando de un material complejo; si eso termina en fuentes hídricas, en suelos, lo que estamos haciendo es una cadena en la que el hombre va a terminar siendo víctima.

P. C.: El desarrollo científico tiene un componente estético, porque los avances de la ciencia conmueven, elevan el espíritu y producen admiración. Ver un proceso científico emociona tanto como ver un proceso de diseño; llegan a lo más íntimo de los seres humanos y los conmueven. Por eso esa sinergia se dio tan fácilmente, y el interés de los estudiantes de ciencias naturales por los procesos de diseño –y viceversa– generó una admiración y colaboración permanentes.

¿Cuáles son los beneficios de la sinergia moda-nanotecnología para la sociedad y la economía?

P. C.: Un país respetuoso de normativas, tanto de impacto ambiental como de comercio justo. ¿Cuál es el reto? A pesar de que los costos de producción son superiores, los consumidores tienen la tranquilidad de que el impacto ambiental que se genera es bajo y los trabajadores, los que producen las prendas, son personas que pueden construir un proyecto de vida en la confección.

A. P.: Desde otro punto de vista, es importante que los proyectos que hacen los estudiantes puedan generar ideas de emprendimiento, de manera que podamos ir construyendo país a partir de estas iniciativas de base tecnológica.

La moda tiene nuevas apuestas, y por eso decide dialogar con la ciencia.

A. P.: Desde la ingeniería química buscamos disminuir el uso de agua en los procesos de fabricación y posconsumo, así como fomentar la utilización, en el caso textil, de fibras naturales propias del país, que además sean sostenibles. La moda debe tener una responsabilidad social y, desde ese punto de vista, contar con fibras y procesos que le puedan asegurar mayores ingresos al cultivador o al indígena (en el caso de las fibras amazónicas), para proveer una cadena más corta de producción.

Tomado de: El Tiempo